LAS DOS PRIMERAS ESCUELAS ARGENTINAS DE CIRUGÍA PLÁSTICA.
SUS COMIENZOS A TRAVÉS DE UNO DE SUS PROTAGONISTAS
Dr. Oscar V. Mallo
Ex Jefe Servicio de Cirugía Plástica y Quemados del Hospital de Niños “Ricardo Gutiérrez” (Buenos Aires)
Resumen: se relatan los hechos y las personas que influyeron en la creación de las dos primeras escuelas argentinas de cirugía plástica: la de la Universidad del Salvador (USAL) y la de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica - Asociación Médica Argentina (SACPER-AMA).
Palabras clave: cirugía plástica, educación, historia de la medicina, Argentina.
The first two Argentine Schools of Plastic Surgery. Its beginnings through one of this protagonists
Summary: The events and people that influenced the creation of the first two Argentine Schools of Plastic Surgery, are explained. One at the University of Salvador (USAL) and the other at the Argentine Society of Plastic Surgery - Argentine Medical Association (SACPER-AMA).
Key words: plastic surgery, education, history of medicine, Argentina.
El motivo de este artículo es describir cómo fue la creación de las dos primeras escuelas de cirugía plástica en el país, en la década del setenta. La primera, en la Universidad del Salvador (USAL) de Buenos Aires; y la segunda, en la Asociación Médica Argentina (AMA).
En la historia de las instituciones aparecen hechos y personas que marcan rumbos; para comprender la importancia de ello en toda su dimensión, es necesario ubicar esa historia en el contexto de su época.
Este artículo, dentro de ese marco, reseña la historia de la fundación de las dos primeras escuelas formadoras de especialistas en cirugía plástica en nuestro país.
Carlos Gianantonio, José Enrique Rivarola y el Hospital de Niños
En 1947 ingresé a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y egresé como médico en 1954. De ese periodo estudiantil recuerdo con emoción mis juveniles años de practicante. De esa época tengo presente un compañero de la guardia del hospital, Carlos Gianantonio. Aún no estaba graduado pero ya demostraba amplios conocimientos médicos. Era de una inteligencia notable. Ya en esa época era único e imponía gran respeto en la guardia. Era el número uno entre nosotros. Con el tiempo se haría cargo del Departamento de Medicina del Hospital de Niños y constituiría toda una figura de la pediatría argentina e internacional.
Mis primeros pasos como médico recién recibido fueron en el Hospital de Niños “Ricardo Gutiérrez” de Buenos Aires, institución referente de la pediatría argentina. Allí estuve primero en la Sala XV, de clínica pediátrica, lactantes; y luego a partir de 1959 en la Sala X cuyo jefe era el destacado cirujano José Enrique Rivarola, distinguido señor que fomentaba en nosotros el estudio, la investigación y la docencia.
Rivarola me envió para capacitarme al Instituto Municipal de Quemados, actual Hospital de Quemados (1960), allí estaba Fortunato Benaim, una persona creativa y un organizador nato. Luego fui al Instituto Municipal de Radiología y Fisioterapia, actual Hospital de Oncología “María Curie” (1961-1963), con Héctor Marino, un incansable estudioso de la especialidad. Recuerdo un trabajo sobre epiteliomas basocelulares que invadían los huesos del cráneo y que presentamos en un congreso de cirugía plástica. Era mi primer trabajo científico en la especialidad, claro que en colaboración y nada menos que con el gran maestro de la cirugía plástica argentina.
Luego Rivarola me envió al Servicio de Ortopedia y Traumatología y Cirugía de la Mano, de la Escuela Quirúrgica Municipal para Graduados, Salas V y VI del Hospital Rawson (1964). Allí estaba Eduardo Zancolli, cirujano virtuoso y excepcional que nos impresionaba a todos cada vez que lo veíamos operar. Un compañero mío, Carlos Alberto Firpo, sería uno de sus mejores discípulos. Pasados estos cinco años de perfeccionamiento, volví al Hospital de Niños a la Sala X.
Debo destacar la enseñanza en cirugía plástica que también recibí concurriendo a diferentes hospitales del extranjero. Recuerdo a los norteamericanos Ralph Millard y Herbert Conway y al uruguayo Jorge De Vecchi, entre otros; y muy especialmente al francés Paul Tessier, creador de las osteotomías cráneo-faciales, cirujano de una modestia singular y un conocimiento y habilidad que nunca vi.
La formación del grupo de “los cinco” de cirugía plástica y el Colegio Máximo de San Miguel
En 1964 luego de un congreso de la especialidad en Buenos Aires, se formó un grupo de cinco jóvenes colegas. Todos con mucho entusiasmo, que andábamos por los 35 años. Éramos Raúl Fernández Humble, Enrique Gandolfo, Néstor Maquieira, Flavio Sturla y yo. A partir de allí nos reuníamos periódicamente, una vez por semana, en el consultorio de Sturla, para discutir los casos que teníamos. Néstor nos llevaba unos cinco años y actuaba como líder, un trabajador con grandes ideas que las llevaba a cabo con mucha perseverancia.
1965 fue un año importante. Retorné a mi hospital ya capacitado. En esa época no había un Servicio de cirugía plástica y la patología de la especialidad la resolvían una serie de cirujanos, entre los que estaba Luis Monti, un compañero querido por todos. Ellos hicieron el camino y nos enseñaron a nosotros.
Presenté en la Asociación Médica Argentina mi trabajo para optar a “miembro titular” de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica: “Colgajo en Flor de Lis”, resultado de mi experiencia con Marino en cirugía reconstructiva. José Spera era el presidente de la Sociedad -lo sucedida a Monti- y así ingresé como “miembro titular”.
El grupo de “los cinco” -encabezados por Maquieira- creamos el Departamento de Cirugía Experimental del Centro de Investigaciones Biológicas en el Observatorio de Física Cósmica de San Miguel, en la Provincia de Buenos Aires. Íbamos una vez por semana por la tarde, durante varios años. Aquel era un extenso predio donde se realizaban actividades educativas, de investigación y religiosas, llamado Colegio Máximo de San José, que pertenecía a la Compañía de Jesús. Recuerdo a dos personas que estaban con nosotros y nos ayudaban: una, era Mariano N. Castex, que ya estaba recibido de médico y de sacerdote; y la otra, era el joven José Di Iorio, que más tarde se recibiría de médico. En la década del 70, también me acuerdo del P. Jorge Bergoglio S.J. como “la autoridad”. Llegamos allí de la mano de Maquieira por sus convicciones cristianas y su conocimiento con el prestigioso P. Ismael Quiles S.J., “la súper autoridad” en ese ámbito. En esa época este colegio y la joven Universidad del Salvador estaban vinculados.
También en esta época mediante una gestión que realicé, a través del P. Quiles, se inauguró la cursada de pediatría del 5º año de la Carrera de Medicina de la Universidad del Salvador. Así se abría la Cátedra a cargo de Rivarola. Fue alumno nuestro, Cristóbal Papendieck, quien una vez egresado realizó la residencia en cirugía en nuestro hospital; varios años más tarde sería un relevante cirujano infantil, luego Decano de la Facultad y después Rector de la Universidad.
El primer Servicio de Cirugía Plástica Infantil, el primer Congreso Argentino de Cirugía Plástica y la primera Escuela Argentina de cirugía plástica
En 1967 gané el concurso de médico asistente del Hospital de Niños. Empezaba mi vida profesional rentada en el hospital, dejando atrás un recuerdo imborrable de mis trece años de vida profesional hospitalaria “ad-honorem”. Claro las responsabilidades irían rápidamente en aumento y en 1969 fui designado Jefe de Unidad de Cirugía Plástica y Quemados. Era el primer Servicio de Cirugía Plástica en un hospital de pediatría en el país. Entonces tuve que organizarlo. Las experiencias vividas con Rivarola, Benaim, Marino y Maquieira fueron de gran utilidad y llevadas a la práctica. Me acompañaron como médicos de planta: Carlos Barayobre, Pedro Dogliotti, María Nagahama y Susana Ruiz. Entre los más jóvenes estaban: Rubén Aufgang, Héctor Marino hijo, Cristina Rijavec, entre otros. También debo recordar a María Teresa Astolfo, egresada de la USAL y pediatra del Servicio, que estaba a cargo de los aspectos clínicos y de la supervisión de los pacientes internados, en especial de los quemados que permanentemente se atendían allí. De ese grupo que me acompañó, dos de ellos, hoy ya no están más entre nosotros: Dogliotti (recientemente fallecido) y Barayobre. Este último, gran cirujano que se había formado en el hospital Rawson quien además era una persona modesta y solidaria.
El esfuerzo científico realizado en San Miguel se vio plasmado en un trabajo experimental sobre reimplantes de miembros en perros que obtuvo el Premio Academia Argentina de Cirugía en 1970 y que fue publicado en la Revista Argentina de Cirugía (vol. 22, pág. 1-20). En esos años y a través de las relaciones de Maquieira con Zancolli y Firpo, nos nutríamos de los conocimientos de la traumatología para el desarrollo de la microcirugía.
En 1971 integré la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica como tesorero. El presidente era el querido Aníbal Tambella. Ese año organizamos el primer Congreso Argentino de Cirugía Plástica en Bariloche y el Servicio llevó tres trabajos: síndrome de Poland, agenesia de oreja y fisura de paladar. La idea societaria era reemplazar a las Jornadas Rioplatenses de Cirugía Plástica que ya hacía más de una década que eran un punto de encuentro para compartir las experiencias de los cirujanos plásticos de esta región. Faltaba convencer al otro grupo, los del interior del país que también realizaban sus Jornadas propias.
En 1972 apareció el libro “Manual de medicina infantil” de Bonduel y Rivarola. Facilitaba el estudio de la pediatría a los estudiantes de medicina. Rivarola incorporó en este proyecto a varios colegas del Hospital de Niños: Horacio Aja Espil, Enrique Blanco Kuhne, Juan Cruz Derqui, Manuel Díaz Bobillo, Edgardo Manzitti, Carlos Robles Gorriti, Alejandro Rosa Rivarola y quien escribe que fuera convocado para redactar el capítulo de cirugía plástica, reconociendo así a nuestra especialidad como una actividad insustituible en el ámbito de la pediatría.
1974 fue un año importante. Ya tenía 46 años. Habían pasado casi diez años desde que habíamos empezado la cirugía experimental en San Miguel. En todo este tiempo el grupo se había consolidado. Los cinco nos seguíamos reuniendo para estudiar y perfeccionarnos, ahora, en la casa de Fernández Humble.
En este año, a Maquieira se le ocurrió crear la Carrera de Especialización en Cirugía Plástica en la Facultad de Medicina de la Universidad del Salvador, que es el motivo de estas líneas. Para esa época, los cinco estábamos a cargo de distintos Servicios de Cirugía Plástica: Gandolfo en el hospital “Oncológico”, Fernández Humble en el “Pirovano”, Maquieira en el “Castex”, Sturla en el “Aráoz Alfaro” y yo en el “Niños”. En cada uno de ellos, se cubría una rama de la cirugía plástica. A nuestro histórico grupo de cinco, se sumaron nada menos que Fortunato Benaím y Héctor Marino, quienes ya tenían un gran reconocimiento internacional. Eran dos personalidades fuertes, con ideas muy claras y que sabían proyectarse para trascender en nuestro ambiente. Se desenvolvían con facilidad tanto en el aspecto médico como en el social. Benaim en el “Quemados”, cubrió esa rama que nos faltaba; y Marino como director de la Carrera (Figura 1). Era la primera escuela de cirugía plástica en el país. Era un curso organizado en seis materias que comprendían toda la especialidad: quemados, miembros, maxilofacial, niños, oncología y estética. Abarcaba la teoría y la práctica, con un programa pre-establecido y evaluaciones periódicas. Las clases teóricas las empezamos dictando en el Colegio del Salvador ya que el edificio actual de la Facultad de Medicina fue construido años más tarde. La invención de esta escuela marcó un hito en la cirugía plástica.
La Sociedad Argentina de Cirugía Plástica y la segunda Escuela, el Curso Superior Trienal
En 1976 fui secretario general de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Maquieira era vicepresidente y Héctor La Ruffa, presidente. Organizamos el 6º Congreso Argentino de Cirugía Plástica y las 9º Jornadas de Cirugía Plástica del Interior, en Paraná, Provincia de Entre Ríos. Los cirujanos plásticos argentinos, como dijimos antes, estaban aglutinados en dos grupos, unos los rioplatenses y otro los del interior del país. La idea era unirlos a todos y dejar atrás esa división que traía muchos problemas. Esa situación cambiaría en 1977 con la presidencia de Maquieira y especialmente en las reuniones de consenso que se hicieron ese año en el Congreso Argentino de Mar del Plata; y fue mérito de la intervención de Maquieira, poner fin a esa división, gracias a su espíritu conciliador.
En 1977, siendo Maquieira presidente de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, y coincidiendo con su 25º aniversario, creó el Curso Superior Trienal de especialización. Era una copia exacta de la del Salvador. Los mismos docentes, los mismos hospitales, la misma forma de enseñar, los alumnos de uno y otro compartían las rotaciones, pero era gratuito. Esta última condición fue uno de los requisitos que impuso Maquieira, lo que demostraba su generosidad y su espíritu altruista. Así se iniciaba la segunda escuela de cirugía plástica en el país, en la Escuela de Graduados de la Asociación Médica Argentina. A excepción de Marino, seguíamos todos juntos con este nuevo proyecto. Parecía mentira, ya habían pasado doce años desde que Maquieira nos juntara por primera vez en San Miguel y su energía seguía contagiando (Figura 2).
En 1982 fui director del Capítulo de Microcirugía de la Sociedad y esa fue mi última actuación directiva en ella. Esta designación tuvo que ver con la tarea que realizábamos en el Servicio. Allí había creado y equipado una Sección de Microcirugía pionera para esa época en el país, a cargo de Susana Ruiz.
En los primeros años de los ochenta, empecé a tomar otros rumbos relacionados con la administración de la salud y me alejé de la vida asistencial y docente hospitalaria.
40º aniversario de la primera escuela argentina de cirugía plástica. Homenaje en la Asociación Médica Argentina
En la Asociación Médica Argentina, el 13 de marzo de 2015 se realizó -en el Auditorio “Mariano R. Castex”- un homenaje con motivo del 40º Aniversario de la Primera Escuela Argentina de Cirugía Plástica, en el marco de las 5º Jornadas Científicas del Curso Superior Trienal de Especialización de Cirugía Plástica (EGAMA – SACPER) y en forma conjunta con el Capítulo de Cirugía Cráneo-Máxilo-Facial de la Federación Ibero Latinoamericana de Cirugía Plástica (FILACP) (Figura 3).
Allí con la presencia del Presidente de la Asociación Médica Argentina, el Prof. Dr. Elías Hurtado Hoyo, se homenajeó a los siete docentes fundadores de esta escuela: Benaim, Gandolfo, Fernández Humble, Maquieira (†), Mallo, Marino (†) y Sturla. Se recordó que el mensaje que se daba a los alumnos era que no se conseguía nada sin esfuerzo y había que estudiar con dedicación y sacrificio; y luego ejercer con respeto, honestidad y decencia. Todos los allí presentes coincidimos en que fue un hecho de gran importancia para la especialidad y que tuvo una dimensión extraordinaria en la región, pionera en América Latina (Figura 4).
Corolario
El inicio de mi vida profesional tuvo importantes pasos y en ellos me acompañaron destacados médicos que recuerdo con afecto por su invalorable ayuda: José Rivarola, Héctor Marino, Fortunato Benaim y Néstor Maquieira. También tres instituciones me ayudaron a crecer y a desarrollarme en esta especialidad: el Hospital de Niños, la Universidad del Salvador (el Colegio Máximo en San Miguel y su Facultad de Medicina) y la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica.
En cuanto a la Carrera de Especialización en Cirugía Plástica de la USAL fue uno de los mejores frutos de mi vida, posiblemente por las sólidas raíces de este árbol que plantamos entre todos hace más de cuarenta años; así como la creación de su “hermano menor”, el Curso Superior de Especialización en Cirugía Plástica de la SACPER – AMA. Ambas escuelas constituyeron la piedra fundamental de la enseñanza de la cirugía plástica en el país y sirvieron de guía para la creación de otras carreras.
Dirección del autor:
Virrey Arredondo 3171
(1426) Ciudad de Buenos Aires
4784-5683
Publicado en la Revista de la Asociación Médica Argentina - Vol. 131 - Nº 3 - 2010 - pág. 31-36.
Figura 1: Dres. Héctor Marino y Néstor Maquieira, los cirujanos plásticos que más influyeron en la creación de las Escuelas de cirugía plástica argentina.
Figura 2: Docentes del Curso Superior Trienal SACPER-AMA (segunda Escuela), 2002 (25º Aniversario). Dr. Néstor Maquieira en el centro de la foto. A su derecha los Dres. Ulises De Santis y Ricardo Losardo. A su izquierda los Dres. Víctor Nacif Cabrera y Andrés Dimópulos.
Figura 3: Tapa del programa de las Jornadas, realizadas en la AMA, donde figura el Homenaje al 40º Aniversario de la primera Escuela Argentina de Cirugía Plástica.
Figura 4: 40º aniversario de la primera Escuela argentina de cirugía plástica. Dr. Ricardo Losardo, organizador del homenaje, disertando;
y en el estrado cinco de los siete docentes fundadores de la primera Escuela argentina de cirugía plástica:
Dres. Flavio Sturla, Enrique Gandolfo, Raúl Fernández Humble, Fortunato Benaím y Oscar Mallo.
y en el estrado cinco de los siete docentes fundadores de la primera Escuela argentina de cirugía plástica:
Dres. Flavio Sturla, Enrique Gandolfo, Raúl Fernández Humble, Fortunato Benaím y Oscar Mallo.