UN CURSO DE ESPECIALIZACIÓN EXIGENTE Y CON HUELLAS
PARA TODA LA VIDA
Dr. José Lo Tartaro
Promoción 1987 - Curso Superior de Especialización en Cirugía Plástica.
Miembro Titular de la Sociedad de Cirugía Plástica de Buenos Aires y de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica.
Médico Cirujano Plástico – Hospital Thompson (San Martín, Pcia. Bs. As.)
En respuesta a la gentil invitación que me hicieran, escribo estos comentarios en referencia a la época en que realicé el Curso Superior Trienal de la especialidad.
Mis años de concurrencia y residencia.
En principio quiero comenzar relatando que me recibí de médico, en diciembre de 1979, en la UNBA. En mayo de 1980, a través del Concurso de Concurrencias y Residencias que realizaba la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (MCBA), ingresé como concurrente de Cirugía Plástica, en el Hospital Ramos Mejía, Servicio que se encontraba a cargo del Dr. José Cerisola. Mi compañero de concurrencia fue el Dr. Alfredo De Maussión. En este Servicio nos trataron muy bien (luego me referiré a algunos recuerdos de los integrantes del mismo), pero me aconsejaron realizar primero la residencia en Cirugía General. De tal forma que permanecí todo ese año en el mismo, tratando de aprender todo lo posible y al año siguiente me presenté nuevamente al Concurso de Concurrencias y Residencias de la MCBA y opté en esa ocasión por la residencia de Cirugía General, habiéndoseme asignado el Hospital Santojanni. Allí desarrollé toda la Residencia, siendo uno de mis compañeros el Dr. Justo G. La Torre Vizcarra (quien actualmente se desempeña como docente de este Curso Superior Trienal). El Jefe de Servicio era un maestro de la cirugía, el Dr. Edelmiro Vadra, apasionado por las patologías pancreáticas, pero amplio dominador de todos los temas quirúrgicos que además los transmitía con pasión. Todos los integrantes de este Servicio teníamos oportunidad de colaborar en la docencia de la Cátedra de Cirugía General, dado que el Dr. Vadra era Profesor Adjunto de la UBA y así dictábamos clases para los alumnos del pre-grado.
Al finalizar la Residencia, ya había confirmado que lo que más me motivaba era la cirugía plástica y para ese entonces había ayudado en muchas cirugías a los Dres. Chajchir y Bragadini. Con el consejo de ellos y el aval del Prof. Vadra me presenté en la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica (SACPER) con la finalidad de realizar el Curso Superior Trienal.
Los tres años de cursada.
Tuve la suerte de comenzarlo en el año 1984, luego de sortear el examen de selección, al que se habían presentado varios postulantes y en que las vacantes se limitaban a 6 cursistas. Recuerdo que entre los aspirantes se encontraban varios extranjeros, ya que por aquella época la Escuela Argentina en nuestra especialidad poseía gran prestigio.
Era conocido el análisis exhaustivo que se hacía de cada uno de los currículums de los postulantes y era condición ineludible, una intensa experiencia previa en Cirugía General o Traumatología. Luego venía la entrevista personal. Tengo presente que uno de los integrantes del jurado era el Dr. Paulino Morales, el entonces Director del Curso. Salvada la instancia de la selección, que nos parecía muy exigente, las puertas de los Servicios se abrían de par en par para los ingresantes. Así iniciábamos el Curso que consistía en 6 rotaciones de 6 meses cada una. Esta característica, nos permitía conocer en profundidad varios Servicios que estaban especializados en cada una de las asignaturas.
Así empecé en el Hospital de Niños (Gutiérrez) y luego continúe en el Hospital de Quemados, con los responsables docentes, siempre a disposición, con la finalidad de explicar temas y mostrar técnicas quirúrgicas para resolver esas patologías tan invalidantes. Han quedado grabados en mi memoria la atención de los niños más pequeños con el esmero y la dedicación tan especial de los Dres. Susana Ruiz y Pedro Dogliotti.
Después siguió el entonces Hospital Castex, de San Martín, a cargo del Dr. Néstor Maquieira. La predisposición que encontramos aquí también fue grande. En la parte práctica, con los diseños y tallados de los colgajos musculares y miocutáneos y la conveniencia de utilizar los mejores vascularizados; y en la parte teórica, con la preparación de trabajos científicos y con el estudio de diferentes artículos y temas con los médicos de planta.
Luego siguió la rotación en el Hospital de Lanús, a cargo del Dr. Flavio Sturla, con el ímpetu y el empuje que contagiaba a varios médicos de planta que lo seguían, con la finalidad de explicar a la perfección la importancia de resolver en tiempo oportuno y correctamente las patologías traumáticas del macizo máxilo-facial, con las mostraciones en quirófano e incluso en la morgue, con los famosos “Juanitos”, recitando y practicando de memoria como abordar una nariz, separar los alares y realizar las diferentes osteotomías; un culto a la formación de los jóvenes en esa etapa.
Después vino la rotación del Hospital Fernández, a cargo del Dr. Héctor La Ruffa. Allí se insistía que cada patología maligna, ya sea de la boca, cara o de cualquier región debía resolverse tempranamente y la conveniencia de utilizar dos equipos quirúrgicos simultáneos, el que reseca y el que repara, con el fin de alcanzar rápidamente un tratamiento definitivo.
Por último, llegó la siempre ansiada rotación de cirugía estética. Fue en el Hospital Durand, cuyo Servicio estaba a cargo del Dr. Ulises De Santis. La gran paciencia y sabiduría que lo caracterizaba, le permitía lograr el funcionamiento de este numeroso equipo médico, formado por varios médicos de planta, los Dres. Horacio García Igarza, Francisco Famá, Martha Mogliani, María Gaffoglio, Octavio Tognaccioli y Emilio Molchasky; y dos jóvenes médicos: Ricardo Losardo y Andrés Dimópulos. Todos ellos, nos enseñaban la utilización de los expansores (de reciente aparición) y cada una de las técnicas de cirugía estética para las distintas zonas corporales, en especial: rinoplastias, mentoplastias, lifting, mastoplastias reductivas y dermolipectomías.
Después de tres años intensos, vi como algunos de mis compañeros quedaron en el camino ante las exigencias de la cursada y los exámenes que debíamos rendir después de cada rotación. El resultado final fue que de los seis ingresantes sólo yo pude terminar en tiempo y forma la cursada. Aquella experiencia la recuerdo como una verdadera hazaña. Debo reconocer que cumplir con esa meta fue todo un orgullo para mí. Cuando egresé, el Curso Superior Trienal también festejaba, cumplía su primera década de vida.
La importancia de pertenecer.
El pertenecer al grupo de alumnos de la SACPER, nos posibilitaba también el ingreso al sector privado de cada uno de los jefes de cada Servicio e incluso de otros miembros titulares de la Sociedad, que por solidaridad y gran entusiasmo en la formación, nos invitaban a trabajar con ellos.
En este caso, debo agradecer la formación que tuve en varios aspectos que superan lo estrictamente médico, dado que nuestra especialidad se nutre con otros ingredientes, como: la presentación de las cirugías que pretendemos brindar, el contexto en que deben realizarse, los cuidados que se deben tener, la relación con el paciente y con los familiares, encarar las complicaciones y con quién resolverlas, etc. Todos esos aspectos, que exceden lo puramente científico permiten conocer en profundidad el manejo ético y humano de nuestra especialidad.
En este sentido debo agradecer a varios cirujanos plásticos. Al Dr. Abel Chajchir, quien me permitió aprender una parte del manejo de esta especialidad. Al Dr. José Cerisola y su equipo: recuerdo en este momento a los Dres. José Dos Santos, Manuel Viñal, Luis Ginesin, Octavio Tognaccioli (quien luego me lo encontraría en el Hospital Durand) y Adolfo Maeder, con quienes pude trabajar durante un año en el Hospital Ramos Mejía. Muy especialmente al Dr. Luis Alberto Bragadini, con quien he compartido muchos años de trabajo y adquirí los conocimientos y destrezas de la cirugía mamaria, además de otras patologías, en un ambiente de seriedad y respeto, que terminó en una verdadera amistad, que continúa en la actualidad, no obstante sus noventa y pico...que lo mantienen lúcido y lleno de energía.
El contacto estrecho en los tres años -que duró el Curso- con los diversos profesionales y la actividad hospitalaria, me enseñó a valorar la necesidad de una educación médica continua, realizada en congresos y jornadas así como en distintas actividades societarias. Por ello, desde aquella época a la actualidad, asistí a numerosos eventos científicos donde pude observar el progreso de la mayoría de las técnicas y los profesionales. En estos 22 años desde que egresé del Curso, pude observar un importante crecimiento de nuestra especialidad. También la necesidad actual de buscar un enfoque interdisciplinario que abarque otras especialidades médicas y otras profesiones de la salud (odontología, kinesiología, fonoaudiología, etc.) y la necesidad de compartir con ellas la resolución de los problemas planteados por los pacientes. De esta forma, nuestra especialidad se fortalece y se extiende.
No hay duda de que la cirugía plástica ha crecido más de lo que uno hubiera imaginado hace 20 años atrás. Definitivamente se ha convertido en imprescindible ante la actual sociedad. Creo que todos los hospitales deberían contar con un Servicio de Cirugía Plástica y de esta forma se fortalecerían las actividades asistenciales, docentes y de investigación; pilares de crecimiento de cualquier especialidad médica.
Finalmente, es necesario que el esfuerzo que han puesto los pioneros de este Curso Superior Trienal, verdaderos “cirujanos maestros”: algunos que aún están entre nosotros y otros que por razones obvias hoy ya no se encuentran; se vea proyectado en el tiempo y se respete la convicción que ellos sostuvieron con firmeza. Por respeto a ellos, debemos defender este Curso y participar activamente en él. Con la incorporación del artículo 61 en el Reglamento de este Curso, se brinda la herramienta necesaria para la participación de todos los egresados en el Curso Superior Trienal, manteniendo de esta manera el espíritu de los primeros tiempos.
Algunas reflexiones.
He vivido intensamente los tres años en que realicé el Curso como alumno de postgrado. Pero ahora, a más de dos décadas de aquella experiencia única e irrepetible en mi vida, entiendo que debo honrar al Curso por todo lo que me ha dado.
No se es grande sólo por cumplir más años que los demás, sino por haber vivido intensamente recordando todo lo que vimos y oímos y a quienes lo dijeron.
Al escribir estas líneas tomo conciencia del tiempo que ha pasado. También me doy cuenta de todo lo que he visto y oído a lo largo de mi vida profesional. Finalmente, de quienes somos y a quien se lo debemos. Ello es posible gracias a una buena memoria, que debo repasar en la necesidad de escribir este artículo anecdótico.
De tal manera, puedo decir que las seis rotaciones con sus docentes responsables, a la manera de verdaderos “maestros” continúan vivos en mí, aún después de 22 años de trayectoria profesional y por supuesto de vida personal.
Palabras finales.
Finalmente, quisiera destacar como mensaje para aquellos que comienzan su formación, las dos principales cualidades que presenta este Curso. Por un lado, la gran ventaja que otorga este Curso Superior de Especialización es la posibilidad de rotar por diversos Servicios, permitiendo así la observación y comparación de los distintos resultados obtenidos en cada lugar, aplicando diferentes técnicas, dado que por lo general, cada cirujano realiza algún paso de la misma de una forma diferente, pudiendo capitalizarlo para su propia experiencia. Por otra parte, se debe destacar el clima de compañerismo que se genera, no sólo entre los cursistas sino además con los diferentes médicos de cada Servicio.
Por último, felicito al Dr. Ricardo Losardo por dirigir este Curso Superior, dado que conozco su formación asistencial y docente así como su dedicación y capacidad de organización, lo que garantiza una conducción inteligente y beneficiosa, no sólo para los cursistas sino además para nuestra apreciada Sociedad.
Publicado en Revista Argentina de Cirugía Plástica - Vol XV - Nº 4 - año 2009 - pág. 195-197.
Promoción 1987 - Curso Superior de Especialización en Cirugía Plástica.
Miembro Titular de la Sociedad de Cirugía Plástica de Buenos Aires y de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica.
Médico Cirujano Plástico – Hospital Thompson (San Martín, Pcia. Bs. As.)
En respuesta a la gentil invitación que me hicieran, escribo estos comentarios en referencia a la época en que realicé el Curso Superior Trienal de la especialidad.
Mis años de concurrencia y residencia.
En principio quiero comenzar relatando que me recibí de médico, en diciembre de 1979, en la UNBA. En mayo de 1980, a través del Concurso de Concurrencias y Residencias que realizaba la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (MCBA), ingresé como concurrente de Cirugía Plástica, en el Hospital Ramos Mejía, Servicio que se encontraba a cargo del Dr. José Cerisola. Mi compañero de concurrencia fue el Dr. Alfredo De Maussión. En este Servicio nos trataron muy bien (luego me referiré a algunos recuerdos de los integrantes del mismo), pero me aconsejaron realizar primero la residencia en Cirugía General. De tal forma que permanecí todo ese año en el mismo, tratando de aprender todo lo posible y al año siguiente me presenté nuevamente al Concurso de Concurrencias y Residencias de la MCBA y opté en esa ocasión por la residencia de Cirugía General, habiéndoseme asignado el Hospital Santojanni. Allí desarrollé toda la Residencia, siendo uno de mis compañeros el Dr. Justo G. La Torre Vizcarra (quien actualmente se desempeña como docente de este Curso Superior Trienal). El Jefe de Servicio era un maestro de la cirugía, el Dr. Edelmiro Vadra, apasionado por las patologías pancreáticas, pero amplio dominador de todos los temas quirúrgicos que además los transmitía con pasión. Todos los integrantes de este Servicio teníamos oportunidad de colaborar en la docencia de la Cátedra de Cirugía General, dado que el Dr. Vadra era Profesor Adjunto de la UBA y así dictábamos clases para los alumnos del pre-grado.
Al finalizar la Residencia, ya había confirmado que lo que más me motivaba era la cirugía plástica y para ese entonces había ayudado en muchas cirugías a los Dres. Chajchir y Bragadini. Con el consejo de ellos y el aval del Prof. Vadra me presenté en la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica (SACPER) con la finalidad de realizar el Curso Superior Trienal.
Los tres años de cursada.
Tuve la suerte de comenzarlo en el año 1984, luego de sortear el examen de selección, al que se habían presentado varios postulantes y en que las vacantes se limitaban a 6 cursistas. Recuerdo que entre los aspirantes se encontraban varios extranjeros, ya que por aquella época la Escuela Argentina en nuestra especialidad poseía gran prestigio.
Era conocido el análisis exhaustivo que se hacía de cada uno de los currículums de los postulantes y era condición ineludible, una intensa experiencia previa en Cirugía General o Traumatología. Luego venía la entrevista personal. Tengo presente que uno de los integrantes del jurado era el Dr. Paulino Morales, el entonces Director del Curso. Salvada la instancia de la selección, que nos parecía muy exigente, las puertas de los Servicios se abrían de par en par para los ingresantes. Así iniciábamos el Curso que consistía en 6 rotaciones de 6 meses cada una. Esta característica, nos permitía conocer en profundidad varios Servicios que estaban especializados en cada una de las asignaturas.
Así empecé en el Hospital de Niños (Gutiérrez) y luego continúe en el Hospital de Quemados, con los responsables docentes, siempre a disposición, con la finalidad de explicar temas y mostrar técnicas quirúrgicas para resolver esas patologías tan invalidantes. Han quedado grabados en mi memoria la atención de los niños más pequeños con el esmero y la dedicación tan especial de los Dres. Susana Ruiz y Pedro Dogliotti.
Después siguió el entonces Hospital Castex, de San Martín, a cargo del Dr. Néstor Maquieira. La predisposición que encontramos aquí también fue grande. En la parte práctica, con los diseños y tallados de los colgajos musculares y miocutáneos y la conveniencia de utilizar los mejores vascularizados; y en la parte teórica, con la preparación de trabajos científicos y con el estudio de diferentes artículos y temas con los médicos de planta.
Luego siguió la rotación en el Hospital de Lanús, a cargo del Dr. Flavio Sturla, con el ímpetu y el empuje que contagiaba a varios médicos de planta que lo seguían, con la finalidad de explicar a la perfección la importancia de resolver en tiempo oportuno y correctamente las patologías traumáticas del macizo máxilo-facial, con las mostraciones en quirófano e incluso en la morgue, con los famosos “Juanitos”, recitando y practicando de memoria como abordar una nariz, separar los alares y realizar las diferentes osteotomías; un culto a la formación de los jóvenes en esa etapa.
Después vino la rotación del Hospital Fernández, a cargo del Dr. Héctor La Ruffa. Allí se insistía que cada patología maligna, ya sea de la boca, cara o de cualquier región debía resolverse tempranamente y la conveniencia de utilizar dos equipos quirúrgicos simultáneos, el que reseca y el que repara, con el fin de alcanzar rápidamente un tratamiento definitivo.
Por último, llegó la siempre ansiada rotación de cirugía estética. Fue en el Hospital Durand, cuyo Servicio estaba a cargo del Dr. Ulises De Santis. La gran paciencia y sabiduría que lo caracterizaba, le permitía lograr el funcionamiento de este numeroso equipo médico, formado por varios médicos de planta, los Dres. Horacio García Igarza, Francisco Famá, Martha Mogliani, María Gaffoglio, Octavio Tognaccioli y Emilio Molchasky; y dos jóvenes médicos: Ricardo Losardo y Andrés Dimópulos. Todos ellos, nos enseñaban la utilización de los expansores (de reciente aparición) y cada una de las técnicas de cirugía estética para las distintas zonas corporales, en especial: rinoplastias, mentoplastias, lifting, mastoplastias reductivas y dermolipectomías.
Después de tres años intensos, vi como algunos de mis compañeros quedaron en el camino ante las exigencias de la cursada y los exámenes que debíamos rendir después de cada rotación. El resultado final fue que de los seis ingresantes sólo yo pude terminar en tiempo y forma la cursada. Aquella experiencia la recuerdo como una verdadera hazaña. Debo reconocer que cumplir con esa meta fue todo un orgullo para mí. Cuando egresé, el Curso Superior Trienal también festejaba, cumplía su primera década de vida.
La importancia de pertenecer.
El pertenecer al grupo de alumnos de la SACPER, nos posibilitaba también el ingreso al sector privado de cada uno de los jefes de cada Servicio e incluso de otros miembros titulares de la Sociedad, que por solidaridad y gran entusiasmo en la formación, nos invitaban a trabajar con ellos.
En este caso, debo agradecer la formación que tuve en varios aspectos que superan lo estrictamente médico, dado que nuestra especialidad se nutre con otros ingredientes, como: la presentación de las cirugías que pretendemos brindar, el contexto en que deben realizarse, los cuidados que se deben tener, la relación con el paciente y con los familiares, encarar las complicaciones y con quién resolverlas, etc. Todos esos aspectos, que exceden lo puramente científico permiten conocer en profundidad el manejo ético y humano de nuestra especialidad.
En este sentido debo agradecer a varios cirujanos plásticos. Al Dr. Abel Chajchir, quien me permitió aprender una parte del manejo de esta especialidad. Al Dr. José Cerisola y su equipo: recuerdo en este momento a los Dres. José Dos Santos, Manuel Viñal, Luis Ginesin, Octavio Tognaccioli (quien luego me lo encontraría en el Hospital Durand) y Adolfo Maeder, con quienes pude trabajar durante un año en el Hospital Ramos Mejía. Muy especialmente al Dr. Luis Alberto Bragadini, con quien he compartido muchos años de trabajo y adquirí los conocimientos y destrezas de la cirugía mamaria, además de otras patologías, en un ambiente de seriedad y respeto, que terminó en una verdadera amistad, que continúa en la actualidad, no obstante sus noventa y pico...que lo mantienen lúcido y lleno de energía.
El contacto estrecho en los tres años -que duró el Curso- con los diversos profesionales y la actividad hospitalaria, me enseñó a valorar la necesidad de una educación médica continua, realizada en congresos y jornadas así como en distintas actividades societarias. Por ello, desde aquella época a la actualidad, asistí a numerosos eventos científicos donde pude observar el progreso de la mayoría de las técnicas y los profesionales. En estos 22 años desde que egresé del Curso, pude observar un importante crecimiento de nuestra especialidad. También la necesidad actual de buscar un enfoque interdisciplinario que abarque otras especialidades médicas y otras profesiones de la salud (odontología, kinesiología, fonoaudiología, etc.) y la necesidad de compartir con ellas la resolución de los problemas planteados por los pacientes. De esta forma, nuestra especialidad se fortalece y se extiende.
No hay duda de que la cirugía plástica ha crecido más de lo que uno hubiera imaginado hace 20 años atrás. Definitivamente se ha convertido en imprescindible ante la actual sociedad. Creo que todos los hospitales deberían contar con un Servicio de Cirugía Plástica y de esta forma se fortalecerían las actividades asistenciales, docentes y de investigación; pilares de crecimiento de cualquier especialidad médica.
Finalmente, es necesario que el esfuerzo que han puesto los pioneros de este Curso Superior Trienal, verdaderos “cirujanos maestros”: algunos que aún están entre nosotros y otros que por razones obvias hoy ya no se encuentran; se vea proyectado en el tiempo y se respete la convicción que ellos sostuvieron con firmeza. Por respeto a ellos, debemos defender este Curso y participar activamente en él. Con la incorporación del artículo 61 en el Reglamento de este Curso, se brinda la herramienta necesaria para la participación de todos los egresados en el Curso Superior Trienal, manteniendo de esta manera el espíritu de los primeros tiempos.
Algunas reflexiones.
He vivido intensamente los tres años en que realicé el Curso como alumno de postgrado. Pero ahora, a más de dos décadas de aquella experiencia única e irrepetible en mi vida, entiendo que debo honrar al Curso por todo lo que me ha dado.
No se es grande sólo por cumplir más años que los demás, sino por haber vivido intensamente recordando todo lo que vimos y oímos y a quienes lo dijeron.
Al escribir estas líneas tomo conciencia del tiempo que ha pasado. También me doy cuenta de todo lo que he visto y oído a lo largo de mi vida profesional. Finalmente, de quienes somos y a quien se lo debemos. Ello es posible gracias a una buena memoria, que debo repasar en la necesidad de escribir este artículo anecdótico.
De tal manera, puedo decir que las seis rotaciones con sus docentes responsables, a la manera de verdaderos “maestros” continúan vivos en mí, aún después de 22 años de trayectoria profesional y por supuesto de vida personal.
Palabras finales.
Finalmente, quisiera destacar como mensaje para aquellos que comienzan su formación, las dos principales cualidades que presenta este Curso. Por un lado, la gran ventaja que otorga este Curso Superior de Especialización es la posibilidad de rotar por diversos Servicios, permitiendo así la observación y comparación de los distintos resultados obtenidos en cada lugar, aplicando diferentes técnicas, dado que por lo general, cada cirujano realiza algún paso de la misma de una forma diferente, pudiendo capitalizarlo para su propia experiencia. Por otra parte, se debe destacar el clima de compañerismo que se genera, no sólo entre los cursistas sino además con los diferentes médicos de cada Servicio.
Por último, felicito al Dr. Ricardo Losardo por dirigir este Curso Superior, dado que conozco su formación asistencial y docente así como su dedicación y capacidad de organización, lo que garantiza una conducción inteligente y beneficiosa, no sólo para los cursistas sino además para nuestra apreciada Sociedad.
Publicado en Revista Argentina de Cirugía Plástica - Vol XV - Nº 4 - año 2009 - pág. 195-197.