MIS RECUERDOS DEL CURSO DE ESPECIALISTA EN CIRUGÍA PLÁSTICA
Dr. Silvano Luis Plazzotta
Promoción 1983- Curso Superior de Especialización en Cirugía Plástica.
Profesor Adjunto del Curso Superior de Especialización de la SACPER – Escuela de Postgrado de la Asociación Médica Argentina (AMA).
Con sumo placer, acepto la excelente iniciativa del actual Director del Curso Superior Trienal de relatar mi experiencia como cursista, luego docente y finalmente la importancia que tuvo en mi vida.
Mis primeros pasos profesionales.
Comienzo mi actividad asistencial en 1966, como Odontólogo, realizando un postgrado en Ortodoncia, el tercer nivel de cirugía máxilofacial; y una apasionada actividad docente, en la Cátedra de Anatomía Normal de la Facultad de Odontología de la UBA, con el Prof. Dr. Salomón Farache, quien me incluye en su plantel de Jefes de Turno. Con el Prof. Dr. Francisco Devoto, de la Cátedra de Histología de dicha Facultad, investigador del Conicet, comienzo una etapa de investigación en cirugía odontológica experimental con implantes en ratas. De tal manera, desde el inicio abarqué los aspectos asistenciales, docentes e investigativos de la profesión.
Al cabo de un par de años, este sueño se desvanece; y al alejarme de la Facultad de Odontología, vuelvo a replantearme una vieja cuestión personal. A pesar de ser un odontólogo exitoso, desde niño, siempre quise ser médico. Entonces dando rienda suelta a mi vocación, me inscribo en 1972, tímidamente en la Facultad de Medicina. Cursé la Carrera con gran entusiasmo y egresé en 1978. Ahora comenzaba otro dilema: ¿cuál especialidad haría?
Me decido por la cirugía de cabeza y cuello y me incorporo al brillante equipo del Dr. José Yoel, que trabajaba simultáneamente en los Sanatorios Guemes y Julio Méndez. Luego de seis meses de perfecta asistencia y al ver mi interés, me sugiere que haga dos años de cirugía general y luego regrese para completar la especialidad.
Así llego al Hospital Muñiz, a la sala del Dr. Héctor Minicone, que por tratarse de una sala “sucia” -ya que allí se operaban pacientes con hepatitis, mononucleosis, micosis, etc.- compartíamos quirófano con los cirujanos generales, urólogos, ginecólogos, cirujanos toráxicos, traumatólogos, etc. con quienes adquirí una gran experiencia y comencé una relación que al fin, sería trascendente: allí conocí al Dr. Adrián Spadafora, hombre inteligente y muy creativo. Tuve acceso directo a la actividad del Maestro; y al ver sus colgajos e injertos, decidí que sería cirujano plástico. Un regalo de la diosa fortuna.
El paraíso: el Curso Trienal.
Recuerdo que un día hablando con el Dr. Oscar Mallo me explica que había sólo dos cursos de especialización para realizar y que eran ambos iguales: el del Salvador y el de la AMA. Entonces siguiendo mi búsqueda, intenté con mis mayores esfuerzos y gran expectativa ingresar en ellos.
Afortunadamente ingresé, en 1980, al Curso de la AMA, como se le conocía en aquellos tiempos. Era muy difícil y selectivo. Su Director era el Dr. Paulino Morales. Mis compañeros de cursada eran los Dres. Premat y Bigheschi, quienes rotaban juntos; mientras yo rotaba solo. Eran seis rotaciones semestrales. La nuestra fue la tercera promoción del Curso.
Mi primera rotación fue en el Hospital de Niños, cuyo Jefe era el Dr. Oscar V. Mallo. Un lujo para la medicina argentina. Un hombre de visión amplia y un pionero de la especialidad. El genio del Dr. Mallo, lo llevó a formar un Servicio con tres pilares fundamentales: cirugía de la mano, con el Dr. P. Dogliotti; microcirugía, con la Dra. S. Ruiz y cirugía cráneo-máxilo-facial con el Dr. C. Barayobre. También integraban el plantel del Servicio, los Dres. H. S. Marino, M. A. Nagahama y C. Rijavec. Allí viví las maratónicas cirugías de los hipertelorismos orbitarios y crouzones y los colgajos microquirúrgicos. Todo un avance para la época. Operé mis primeros labios leporinos, fisuras palatinas, colgajos firíngeos, sindactilias, etc. Compartí la rotación con los alumnos del Curso del Salvador: Dres. Viñas, Marengo y Maciel, con quienes compartíamos las cirugías que nos asignaban.
Terminando mi rotación en el Niños, sucedió que el Hospital de Quemados estaba en refacción y varios médicos de allí venían a trabajar al Niños. Comentando la situación con el Dr. Paulino Morales -profesor y después amigo- solicité se me autorizara cursar la rotación de Quemados en el mismo Hospital de Niños, donde funcionaba la Unidad de Quemados y estaría bajo la supervisión del Dr. H. S. Marino. Así permanecí en el Niños operando quemados, más labios y fisuras e incorporarme, por el resto del Curso, al equipo de cráneofacial, en el cual permanecí por varios años.
La siguiente rotación, cirugía de las extremidades y mano, fue en el Hospital Castex, con el Dr. Néstor Maquieira, brillante cirujano y maestro, quien con la colaboración silenciosa, mesurada, pero consistente del Dr. M. Di Paola, aprendí importantísimos conceptos de la ortoplastia. Una rotación para no olvidar, menos aún con las visitas esporádicas del gran Maestro y Director del Curso del Salvador, el Dr. Héctor Marino quien siempre dejaba sus constantes enseñanzas y comentarios acerca de los casos clínicos.
La rotación de cirugía máxilofacial la cumplí en el Hospital Aráoz Alfaro, con el Dr. Flavio Sturla, un apasionado de la cirugía. Contagiante como buen Maestro, hizo que junto con los Dres. R. Aufgang y A. Álvarez, cursistas del Salvador, estuviésemos a las 6 de la mañana en la mesa de Morgagni, para “hacer la mano” en la cirugía máxilofacial, la rinoplastia y el lifting facial; y luego nos íbamos a desayunar. Memorable. Fundamental, así la llamaría yo a esta rotación.
La rotación de cirugía oncológica, la hice en el Hospital de Oncología, con el Dr. Enrique Gandolfo quién tenía un incansable colaborador, el Dr. Rodolfo Toledo Ríos. El Dr. Gandolfo, eximio cirujano, fue el pionero del uso del TRAM en la reconstrucción mamaria y junto con él vivimos los éxitos y complicaciones de esta técnica.
La última rotación fue en el Hospital Pirovano cuyo Jefe era el Dr. Raúl Fernández Humble y nuestro guía científico era el Dr. Jorge Herrera, formador generoso de muchos cirujanos plásticos. El Servicio estaba integrado por los Dres. L. Heredia, O. Depoian y J. Fiorentino. Una exquisitez. Mis compañeros de rotación del Salvador fueron los Dres. J. Buquet y C. Reilly. Operamos todo: lipoaspiraciones, lifting, rinoplastias, mastoplastias de todo tipo, dermolipectomías, etc.
Los frutos.
Cuando egresé del Curso, tuve un gran premio. La invitación a integrarme nada menos que al Servicio de Cirugía Plástica del Hospital Pirovano por parte de su jefe. Algo que jamás olvidaré. Estuve un par de años allí.
Luego de unos años y por los avatares de la vida, me retiré del Hospital Pirovano, habiendo hecho gran cantidad de amigos, mis compañeros, otros cirujanos que luego se fueron incorporando, los Dres. Rey, Servi y Reilly y algunos cursistas que pasaron por el Servicio, como los Dres. Polisky, Tagliapietra, Ferrero y Tuccillo. Con el Dr. Luis Heredia compartí, mi consultorio particular durante 17 años, con sus conocimientos y su amistad. Al Dr. Jorge Herrera lo hago responsable de muchas de las cosas que aprendí y de su amplia asistencia y colaboración en los casos clínico-quirúrgicos difíciles de mi vida asistencial.
Realmente fui un afortunado al poder hacer la carrera de cirujano plástico en este Curso Superior Trienal, del que hace unos años recibo un premio adicional, una verdadera perla, se me ha designado primero Profesor Auxiliar; y ahora Profesor Adjunto de la asignatura Cirugía Plástica Oncológica, actividad que desarrollo junto con los alumnos en el Sanatorio Mitre. Así retomo mi constante vocación docente y puedo cumplir el desiderátum de los patriarcas de la Cirugía Argentina: APRENDER, CURAR y ENSEÑAR.
Un infinito agradecimiento a todos aquellos que, de alguna manera u otra, colaboraron a que esto sea posible.
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Publicado en la Revista Argentina de Cirugía Plástica - Vol. XV - Nº 3 - 2009 - pág. 144-145.